Aniversario de la provincia de Buenos Aires: una historia de desigualdades y promesas incumplidas

Por Emiliano Balbín (*)

Desde el regreso de la democracia en 1983, el peronismo gobernó la Provincia durante 34 de los 42 años transcurridos. A pesar de contar con vastos recursos y desempeñar un rol clave en la economía nacional, la gestión política estuvo signada por la falta de desarrollo estructural, la precarización de servicios esenciales como agua potable y cloacas, el deterioro de la calidad de vida de sus habitantes y, sobre todo, la inseguridad, que diariamente destruye familias en el conurbano.

La inequidad territorial es uno de los problemas históricos más profundos de la Provincia. Mientras el conurbano concentra la mayor parte de la población y de las inversiones, el interior bonaerense ha quedado relegado, con localidades que carecen de infraestructura básica, rutas en estado deplorable y sistemas de salud y educación en crisis.

A lo largo de los años, los sucesivos gobiernos prometieron federalizar los recursos y generar oportunidades equitativas. Sin embargo, la realidad muestra un crecimiento desbalanceado que alimenta la migración hacia los grandes centros urbanos en busca de mejores condiciones de vida.

El sistema de salud provincial es otro reflejo del abandono. Hospitales colapsados, falta de insumos y personal médico insuficiente son problemas recurrentes que ningún gobierno logró resolver de manera estructural. La educación tampoco escapa a esta situación: edificios escolares deteriorados, sueldos docentes rezagados y un índice de deserción preocupante configuran un sistema que se encuentra lejos de garantizar igualdad de oportunidades.

En materia de seguridad, los índices del delito siguen en aumento. La Policía Bonaerense, objeto de constantes denuncias por falta de capacitación y recursos, se enfrenta a una crisis que afecta la tranquilidad de los ciudadanos. La inseguridad es una de las principales preocupaciones de los bonaerenses, quienes ven cómo los cambios de gestión no se traducen en mejoras significativas.

El modelo productivo también se encuentra en crisis. La Provincia, con un enorme potencial agroindustrial, ve cómo el campo es castigado con una alta presión fiscal y una falta de infraestructura que dificulta la logística y la competitividad. Las industrias, en tanto, padecen los vaivenes de una economía inestable y la ausencia de incentivos que promuevan el desarrollo local.

Desde el regreso de la democracia, la provincia de Buenos Aires ha sido testigo de discursos grandilocuentes que prometieron transformaciones estructurales. No obstante, la realidad expone profundos déficits en todas las áreas clave. Es justo reconocer que los ocho años de gestiones no peronistas tampoco lograron revertir esta situación, lo que evidencia que el problema responde a un modelo político que ha priorizado la coyuntura por sobre el desarrollo sostenido.

Este nuevo aniversario encuentra a la Provincia en una encrucijada: o se avanza en un camino de reformas profundas y una administración eficiente de los recursos, o se persiste en una inercia política que perpetúa las inequidades y posterga el desarrollo.

El tiempo de las excusas se agotó. Es momento de que la provincia de Buenos Aires lidere el cambio que su historia y su gente demandan.

(*) Diputado provincial, Unión Cívica Radical.

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