El reciente rechazo del proyecto de ley conocido como “Ficha Limpia” en el Senado de la Nación generó un importante reacomodamiento en el tablero político argentino, con impacto directo en la proyección electoral de referentes clave como la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. La normativa, que apuntaba a impedir que personas con condenas judiciales accedan a cargos electivos, no logró ser aprobada por apenas un voto, lo que habilita a dirigentes con causas pendientes a competir en las próximas elecciones.
El debate legislativo se tensó a partir del rechazo de los senadores misioneros Carlos Arce y Sonia Rojas Decut, quienes responden al oficialismo local del Frente Renovador de la Concordia. Esa decisión resultó determinante para el resultado final. Según trascendidos, el propio presidente Javier Milei habría intervenido para influir en la votación, aunque esa versión no fue confirmada oficialmente.
Desde distintos sectores del oficialismo nacional se mostraron sorprendidos y molestos por el desenlace. En el espacio de La Libertad Avanza (LLA) y el PRO surgieron acusaciones cruzadas por la falta de coordinación y la pérdida de una votación que había concitado un amplio consenso ciudadano. De hecho, encuestas recientes señalaban que más del 80% de la población consultada apoyaba la sanción de una ley de estas características.
Por su parte, en el entorno del kirchnerismo se interpretó la caída de Ficha Limpia como una victoria táctica que le permite a la ex presidenta conservar opciones de participación electoral en diferentes niveles. Entre las posibilidades que se barajan se encuentran una eventual candidatura a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, a senadora por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, o incluso a diputada provincial por la tercera sección electoral. Todas estas alternativas le permitirían mantener influencia en el armado político nacional y provincial.
Al mismo tiempo, la dinámica interna dentro del peronismo —especialmente entre el sector que responde a Fernández de Kirchner y el encabezado por el gobernador bonaerense Axel Kicillof— atraviesa una etapa de tensa calma. Las señales más recientes apuntan a una búsqueda de convivencia táctica: el Gobernador evitó confrontar públicamente y respaldó en varias ocasiones a la ex presidenta frente a su situación judicial. A modo de ejemplo, en la antesala de la votación de Ficha Limpia, Kicillof expresó su rechazo a la ley argumentando que implicaba una proscripción política.

Sin embargo, hacia el interior del peronismo bonaerense no todos comparten la misma postura. Algunos intendentes del conurbano se mostraron críticos del liderazgo cristinista y promovieron una línea más autónoma encabezada por Kicillof. La posibilidad de que surjan listas vecinalistas o “cortas” en algunos distritos no está descartada, lo cual alimenta especulaciones sobre una eventual fragmentación del espacio.
En paralelo, ambos líderes preparan sus próximas apariciones públicas: el gobernador presentará el Movimiento Derecho al Futuro el 24 de mayo en La Plata, mientras que Cristina Kirchner encabezará un acto cultural en la Ciudad de Buenos Aires el 25 de mayo, en lo que algunos interpretan como una muestra de respeto mutuo y coordinación política.
Por ahora, la estrategia común parece centrarse en el silencio y la prudencia. La atención pública se ha desplazado hacia la interna entre libertarios y el PRO, mientras el kirchnerismo reorganiza su estructura con la mirada puesta en los próximos comicios.