Un nuevo estudio internacional encendió las alarmas en la comunidad médica: la infección por COVID-19 puede acelerar el envejecimiento de los vasos sanguíneos, incluso en personas que atravesaron cuadros leves. El impacto, además, se registra con mayor intensidad en mujeres y se traduce en un aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares a mediano y largo plazo.
La investigación —realizada en 2.390 participantes de 16 países y liderada por la profesora Rosa María Bruno de la Universidad Paris Cité— reveló que el virus no solo deja secuelas respiratorias o fatiga persistente, sino que también modifica la estructura de las arterias y venas.
“Los datos muestran que el COVID-19 envejeció nuestras arterias, en especial en mujeres, sin importar la gravedad inicial del cuadro”, advirtió Bruno.
Cómo se midió el envejecimiento vascular
El equipo evaluó la rigidez arterial mediante la velocidad de la onda de pulso carótido-femoral (VOP), un método que mide la rapidez con que la presión sanguínea viaja por las arterias. Un incremento en esta velocidad equivale a vasos más rígidos y, por lo tanto, a mayor “edad vascular”.
Los resultados se tomaron a los seis y doce meses posteriores a la infección, evidenciando un deterioro precoz que normalmente se observa recién tras varios años de envejecimiento natural.
Resultados principales
| Grupo de mujeres | Incremento promedio de VOP (m/s) | Equivalente en años de envejecimiento vascular | Riesgo cardiovascular adicional |
|---|---|---|---|
| Cuadro leve | +0,55 m/s | ≈ 5 años | +3% en mujeres de 60 años |
| Hospitalizadas | +0,60 m/s | > 5 años | Mayor riesgo |
| Cuidados intensivos | +1,09 m/s | 10 años o más | Riesgo significativamente mayor |
El aumento de apenas 0,5 m/s equivale a un envejecimiento vascular de unos cinco años, lo que eleva el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Diferencias de género y rol de la vacuna
Los investigadores detectaron un efecto más pronunciado en mujeres y en personas con COVID prolongado, es decir, síntomas que persisten más de tres meses después de la infección.
La buena noticia es que la vacunación contra el COVID-19 se mostró como un factor protector: quienes estaban inmunizados presentaron arterias menos rígidas y un menor deterioro a largo plazo.
Además, el seguimiento posterior arrojó que en algunos casos la rigidez arterial tiende a estabilizarse o incluso mejorar con el tiempo, lo que sugiere que parte del daño podría revertirse.
Qué significa y cómo prevenirlo
Según la profesora Bruno, el virus utiliza receptores presentes en el endotelio vascular para ingresar a las células, lo que provoca inflamación y daño en las arterias. En mujeres, una respuesta inmune más fuerte podría agravar este impacto.
Especialistas recomiendan medidas preventivas conocidas, como alimentación saludable, ejercicio regular, control de la presión arterial y del colesterol, además de mantener al día las vacunas.
El equipo internacional seguirá monitoreando a los participantes para confirmar si este envejecimiento acelerado se traduce en un aumento de infartos y accidentes cerebrovasculares en los próximos años.

