Con manos llenas de tierra, sonrisas y un entusiasmo que contagia, los estudiantes de 6° año de la Escuela Primaria N°7 “Mariano Moreno”, del barrio parque El Cazador, protagonizaron una jornada que dejó huella: plantaron más de 100 árboles nativos a orillas del arroyo Tajamar, como parte del proyecto ambiental que ellos mismos bautizaron “Los Guardianes del Cambio”.
El proyecto nació en el aula, cuando los chicos notaron un aumento de mosquitos y comenzaron a investigar. Esa curiosidad los llevó a descubrir que la contaminación del arroyo Tajamar había alterado el equilibrio natural del ecosistema, afectando la población de anfibios —principales depredadores de los insectos—. Decidieron entonces pasar de la teoría a la acción: crearon un vivero escolar de especies nativas y se propusieron recuperar su entorno más cercano.
La jornada se desarrolló la semana pasada, con la participación de 63 alumnos y cinco docentes, quienes caminaron más de cuatro kilómetros y medio desde la escuela hasta la vera del arroyo, en una experiencia que combinó naturaleza, aprendizaje y compañerismo. Allí, los chicos plantaron 110 ejemplares nativos, entre ellos tasi, pezuña de vaca y vara dorada, elegidos por su capacidad de adaptarse y fortalecer el ecosistema local.
“Queremos que más personas se sumen, que vean que no todo está perdido. Si todos hacemos algo, aunque sea pequeño, podemos cambiar las cosas”, expresó la docente Alejandra Ferreira, una de las impulsoras de esta iniciativa que refleja el compromiso del colegio con la educación ambiental y comunitaria.
Durante la actividad, los chicos también cantaron un tema compuesto por ellos mismos:
🎶 “Somos los guardianes del cambio, cambiamos el mundo y no lo contaminamos…” 🎶
Un mensaje claro, directo y lleno de esperanza.
El orgullo también se sintió entre los vecinos y padres que acompañaron la propuesta. “Ver a nuestros hijos tan involucrados, dejando por un rato las pantallas para conectarse con la tierra, con el agua, con la vida, es algo que emociona”, contó Patricia, mamá de uno de los alumnos. “Ojalá más escuelas hagan cosas así”, agregó otro vecino que se acercó para aplaudir el gesto.
La experiencia de los “Guardianes del cambio” es mucho más que una actividad escolar: es una semilla de conciencia que crece en Belén de Escobar, recordándonos que el verdadero cambio empieza en cada gesto, y que los chicos —cuando se los escucha y acompaña— pueden ser los mejores guardianes del futuro.

