Mientras un término hace referencia a una persecución, tanto física como psicológica, que realiza un menor contra otro de forma continua e intencionada, el otro se centra en acciones que suceden a través de internet o las redes sociales. Guía para padres y docentes.
Según Unicef, cuando se habla de bullying o acoso escolar se hace referencia a una persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante contra otro de forma negativa, continua e intencionada. Esta misma acción también puede tener lugar en internet, y en ese caso es denominado como ciberacoso o ciberbullying. Es por este motivo que es de suma importancia advertir los signos de alarma para poder establecer una intervención efectiva.
Este fenómeno, según la agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), “afecta por igual a niñas, niños y adolescentes sin distinción de edad, etnia o nivel socioeconómico” y “tiene un impacto significativo de corto, mediano y largo plazo en la vida” de los chicos, ya sea como agresores, víctimas u observadores. Asimismo, “afecta negativamente a la víctima, disminuyendo su autoestima y confianza”, generando diversos problemas emocionales o cuadros de salud mental, advirtieron desde Unicef.
El término bullying fue desarrollado por el psicólogo sueco-noruego Dan Olweus en la década del 70 para hacer referencia a una forma de maltrato, normalmente intencionado, que se da en el marco de la escuela entre un estudiante (o un grupo de estudiantes) hacia otro alumno, que es considerado el blanco habitual de los ataques.
Según precisan en el sitio web de la Alianza Anti Bullying Argentina (ABA), “el bullying surge a partir de una dinámica de grupo disfuncional, ya que para que esta tenga lugar son importantes los roles de todos los participantes: víctimas, agresores y espectadores. Estos roles no son estáticos y pueden ir cambiando en el tiempo”.
En la mirada de la licenciada en Psicopedagogía María Zysman, fundadora de Libres de Bullying, el fenómeno “consiste en la búsqueda intencional, deliberada y reiterada de hacer sentir al otro humillado. Para que ese otro se sienta humillado tiene que haber espectadores que apoyen a quien lo hace y no protejan o no salven a quien es puesto en ese lugar”.
En una nota previa, Zysman sumó: “El bullying incluye agresiones físicas, verbales, simbólicas, muchas veces son gestos o miradas; todo aquello que hace al otro sentirse menos y que va estructurando un vínculo basado en el desequilibrio de poder. Ese desequilibrio muchas veces es percibido por los mismos niños, pero no es algo que necesariamente se vea desde afuera”.
Qué tipos de bullying existen
Antes de avanzar, conviene aclarar que “el bullying se puede dar en cualquier contexto en el cual los chicos tienen que convivir”, destacó Zysman, quien reconoció que “si bien el lugar por excelencia en el que se sostiene es la escuela, si los chicos van con cierta frecuencia a un club, un instituto de idiomas, un centro religioso y tienen que convivir puede darse la misma estructura, por eso no se habla solo de acoso escolar sino de bullying”.
En ese sentido, desde ABA diferenciaron cuatro tipos de bullying:
- Físico. Caracterizado por acciones como empujar, pegar, romper las pertenencias, etc.
- Verbal. Es el que sucede cuando la dinámica está regida por insultos, burlas, apodos ofensivos, etc.
- Social. Tiene que ver con dejar de lado a la persona, excluirla, esparcir rumores, dañar su imagen, etc.
- Ciberbullyng. Como se dijo, sucede cuando el bullying se produce a través de las redes sociales, y está caracterizado por compartir contenido ofensivo de una persona, difundir falsos rumores, fotos o videos humillantes, crear perfiles para agredir, hackear cuentas ajenas, etc.
Tras señalar que “el más fácil de detectar es generalmente el maltrato físico, porque es claramente observable”, los expertos enfatizaron que “el verbal y el social se dan de manera más solapada, lo cual dificulta su detección”.
Al respecto, el doctor en Psicología y docente Flavio Calvo (MN 66.869) precisó que “en el ámbito escolar se dan distintos tipos de violencia, y esta también varía dependiendo la edad”. Para él, “cuando los niños son más pequeños tienen menos desarrollada la capacidad de lenguaje, por lo que suelen ocurrir más casos de violencia física, en tanto a medida que crecen y sobre todo en la adolescencia se observa más violencia verbal y psicológica, como por ejemplo la exclusión”.
Señales de alerta para padres y docentes
Ya sea en redes sociales como en la vida real, tanto la víctima como el impulsor del acoso escolar tienen ciertas particularidades, aseguran desde Unicef. Es que mientras uno se basa en la timidez, el otro se muestra de forma inversa.
Desde Libres de Bullying enumeraron signos de alerta a los que los adultos deben estar atentos para detectar un caso de acoso escolar.
Para padres
- Cambios de humor
- Retraimiento
- Llanto inmotivado
- Irritabilidad
- Dolor abdominal, dolor de cabeza
- Trastornos del sueño (insomnio, pesadillas, quieren dormir más que antes)
- Síndrome del domingo a la tarde (no quieren ir al colegio y se enferman)
- Gritan “dejame”, “soltame”, “andate” mientras duermen
- Pérdida de tareas y útiles escolares sin poder justificarla
- Pérdida de dinero y/o merienda
- Golpes, arañazos, vuelven del colegio con ropa estropeada “sin explicación”
- No quieren hablar del colegio ni de sus compañeros
- Se quejan con frecuencia de que los cargan
- No quieren ir a cumpleaños, salidas extraescolares o campamentos
- No quieren invitar amigos a su casa, ni ser invitados
- No quieren ir a la clase de educación física
- Empiezan a tartamudear
- Comienzan a pegar a otros chicos
- Dejan de comer o se vuelven obsesivos con la limpieza (como reacción a que los llamen “gordo” o “sucio”)
- Se hacen pis en la cama
- Piden dinero o empiezan a hurtarlo (para pagarle al hostigador)
Para docentes
- No quiere realizar trabajos en grupo
- No quiere pasar al pizarrón o participar en clase en voz alta
- Sale último al recreo y busca estar cerca de algún docente
- Pide ir al baño en hora de clase reiteradamente
- Falta continuamente a la escuela
- Tiene reacciones “explosivas” por cosas aparentemente injustificadas
- Cambia su rendimiento académico de manera abrupta
- Le cuesta concentrarse en la tarea
- Corporalmente, se lo ve “achicado” en su asiento, como “que no está”
“Ninguno de estos signos de manera aislada es sinónimo de bullying; son signos de alerta que nos deben llevar al diálogo y la observación -aseguró Zysman-. Si un chico presenta alguno de estos síntomas, el bullying puede ser la causa, pero no es la única posibilidad”.
Y acerca de qué deben hacer los adultos al detectar un caso de bullying, Calvo opinó: “El bullying no es un problema de niños, es un problema social. Como hay una marcada diferencia de poder, ya sea real o sentido, la forma de resolverlo nunca va a ser la de enfrentar a los niños que son parte de la situación. Es importante que cuando se detecta una situación de bullying, tanto padres, como docentes, como todo el sistema escolar, puedan tomar medidas para trabajarlo, brindando a los niños, adolescentes redes de apoyo para avanzar”.
¿Qué hago si mi hijo es víctima de acoso?
Desde Unicef indicaron que, al detectar esta situación, se pueden tomar una serie de medidas para ayudarlo:
- Escucha abierta y tranquila, sin tratar de encontrar la causa o buscar resolver el problema. Es importante que sepa que se lo escucha y apoyas, además de que comprenda que no es su culpa.
- Tranquilidad: decirle que se le cree y que es importante que lo haya contado, además de reiterarle que no es su culpa y que se hará todo lo posible por ayudarlo.
- Hablar con los docentes o la escuela: “Tu hijo y tú no tienen que enfrentarse solos al acoso. Pregunta en la escuela si cuentan con una política o un código de conducta contra el acoso. Esto puede servir tanto para el acoso en persona como en línea”, advierten desde Unicef.
- Apoyo: contar con el apoyo de sus padres es fundamental para los chicos ante los efectos del acoso. Que pueda hablar en cualquier momento con los adultos y poder tranquilizarlo asegurándole que todo irá bien.
¿Qué puedo hacer si mi hijo acosa a otros?
“Es importante recordar que no es inherentemente malo, sino que puede estar tratando de exteriorizar algo”, afirman desde Unicef. Al tiempo que señalan que “muchas veces, los niños que perpetran el acoso quieren integrarse, necesitan atención o simplemente están tratando de lidiar con emociones complicadas. En algunos casos, los acosadores son, a su vez, víctimas o testigos de la violencia en su hogar o comunidad”. Es por eso que establecieron 4 puntos esenciales:
- Fomentar la comunicación: entender las razones podrá ayudar en comprender cómo ayudarlo. “¿Se siente inseguro en la escuela? ¿Está peleando con un amigo o hermano? Si le cuesta explicar su comportamiento, podrías consultar a un orientador, trabajador social o profesional de la salud mental, que están capacitados para trabajar con niños”, afirman.
- Formas sanas de afrontar el problema: “Pídele a tu hijo que te explique una situación que lo haya frustrado y ofrécele formas constructivas de reaccionar. Utiliza este ejercicio para pensar en otras situaciones que podrían darse en el futuro y proponer reacciones que no hagan daño. Anima a tu hijo a “ponerse en los zapatos del otro” y a imaginarse qué ha podido sentir la persona que ha sido víctima de acoso. Recuérdale que los comentarios que se hacen en línea también duelen en el mundo real”, resaltan.
- Obsérvate: según los expertos, “es común que los niños que acosan estén imitando lo que ven en casa. ¿Están expuestos a comportamientos física o emocionalmente dañinos de sus padres o cuidadores? Reflexiona y piensa honestamente en cómo te muestras ante tu hijo”.
- Consecuencias y la oportunidad de rectificar: al detectar este comportamiento, es importante que los chicos comprendan las consecuencias de forma adecuada y no violenta. Y agregan: “Anímalo a disculparse ante sus compañeros y ayúdale a encontrar formas de ser más inclusivo en el futuro”.
(Infobae)