Según la ciencia, reducir un ingrediente clave en la elaboración de alimentos puede salvar vidas

Su consumo en el país supera ampliamente las recomendaciones. Se ubica entre 9,8 y 12,7 gramos por día, cuando la sugerencia de OMS es de menos de 5,5. El dato lo aporta la Sociedad Argentina de Hipertensión arterial.

Se sabe que comer demasiada sal es malo para la salud. Eleva la presión arterial, lo que aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.

Alrededor de tres cuartas partes de sal se agrega a los alimentos durante la fabricación. Esta sal se esconde en alimentos básicos cotidianos como el pan, el queso y las carnes procesadas. Los alimentos comunes, como las comidas de pasta listas para comer o un sándwich de jamón, pueden tener hasta la mitad de nuestra ingesta total recomendada de sal.

Los límites de sal son la mejor manera de reducir su consumo

Reducir la cantidad de sal añadida a los alimentos durante la fabricación es la forma más eficaz de reducir su consumo.

Los límites de sal pueden ayudar a lograrlo. Funcionan estableciendo topes sobre la cantidad que se puede agregar a diferentes tipos de alimentos, como pan o galletitas. Para cumplir con estos límites, las empresas necesitan cambiar las recetas de sus productos.

Bajo los límites de sal, el Reino Unido redujo la ingesta en un 20% en aproximadamente una década. Sudáfrica está logrando avances aún más rápidos. Los límites de sal son baratos y fáciles de implementar, y pueden obtener resultados rápidamente.

Tampoco los consumidores notarán muchos cambios en la mesa. La mayoría de las personas no se da cuenta cuando se elimina algo de sal de los alimentos comunes. Hay muchas maneras en que las empresas pueden hacer que los alimentos tengan el mismo sabor salado sin agregar tanta sal.

Por ejemplo, pueden hacer que los cristales de sal sean más finos o usar sal enriquecida con potasio, que cambia parte del sodio dañino de la sal por potasio. Y debido a que el cambio será gradual, nuestras papilas gustativas se adaptarán a alimentos menos salados con el tiempo.

Reducir la sal en los alimentos preparados podría salvar vidas

Un modelo de la universidad de Melbourne muestra que arreglar nuestros límites de sal podría agregar 36.000 años adicionales de vida saludable, en toda la población, durante los próximos 20 años.

Esto retrasaría más de 300 muertes cada año y reduciría el gasto en atención médica en un equivalente a 6.000 visitas al hospital.

La experiencia internacional demuestra que los costos de la aplicación de esos límites de sal serían muy bajos y superarían con creces los beneficios.

Tomarse en serio el tema de la sal salvaría vidas, y se amortizaría con creces gracias a la reducción de los costos de la atención sanitaria y al aumento de la actividad económica.

(TN)

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