Un estudio de Amnistía Internacional encendió alarmas que preocupan no solo a mamás y papás, sino a los propios usuarios de la plataforma de videos cortos. Problemas y soluciones para enfrentar los riesgos del consumo de contenidos tóxicos.
“TikTok es un espacio tóxico y adictivo para niños y jóvenes que puede influir en su autoimagen, su salud mental y su bienestar”. Así afirma un estudio de Amnistía Internacional que buscó comprender las experiencias cotidianas de los usuarios menores de la plataforma.
Durante la pandemia, TikTok exacerbó su crecimiento, y el vínculo con la app es percibido hoy como más intenso y permanente entre las personas más jóvenes. Tanto que ellos mismos perciben el riesgo de caer en espirales de contenidos desencadenantes de depresión y autolesiones.
Estas conclusiones son parte del informe Domar el algoritmo: desafíos para la salud mental y privacidad en el uso de TikTok Argentina, elaborado por Amnistía Internacional. “Las redes sociales deberían combinar entretenimiento, comunicación y servir además como fuente de información. Sin embargo, nuestro estudio encendió alarmas que preocupan no solo a mamás y papás, sino a los propios usuarios de TikTok”, alertó Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina.
Estas alertas que menciona Belski incluyen la espiral tóxica que puede ser TikTok, las estrategias de hiperpersonalización del algoritmo, la conflictiva gestión del tiempo que provoca su uso, y los miedos a la exposición masiva y a la violencia online.
“Apagar el cerebro”
TikTok es la plataforma online de entretenimiento, creatividad y comunidad de más crecimiento en los últimos años. Creada en China en 2016, hoy cuenta con más de 1000 millones de usuarios en todo el mundo (16,2 millones en Argentina), muchos de ellos niños y adolescentes de entre 13 y 17 años.
Por su atractivo audiovisual, su algoritmo de recomendación y su capacidad de entretenimiento, la aplicación emergió como un compañero permanente, incluso más allá de la pandemia. Actualmente, TikTok es omnipresente en la vida cotidiana de los adolescentes y todo momento es un buen momento para su consumo: a la noche, antes de dormir, al despertar, en las comidas y en momentos de soledad.
El informe de Amnistía descubrió que la simplicidad en su uso y posibilidad de pasar continuamente videos es entendida como un modo de descanso (“apagar el cerebro”), incluso frente a otras plataformas en donde la elección del contenido exige un trabajo y atención mayor como, por ejemplo, Netflix o YouTube.
Este carácter absorbente es advertido por los usuarios, incluso los más chicos, y la noción de pérdida del tiempo, de descontrol, y de “abducción” por parte de la plataforma generan culpa y necesidad de autorregulación. A su vez, la dificultad para dejar de ver videos es una de las características comunes que todos los usuarios, sin discriminación de edad, manifestaron.
Esta sensación de haber perdido el control sobre la aplicación, consumir videos no deseados y no poder parar o desviar la mirada del celular es descrita con angustia por muchos de los jóvenes que luchan a diario para vencer al algoritmo. Sin embargo, las búsquedas de autorregulación o control parental (límites de tiempo impuestos por adultos) no parecerían suficientes para frenar la sensación de adicción. Incluso las alertas que la misma app promociona para limitar su consumo no son eficaces. Ni tampoco las advertencias sobre contenido sensible parecen ser una respuesta adecuada. Por el momento, la única manera de salir de TikTok, es por propia voluntad.
El lado oscuro de TikTok
Tal vez el más importante hallazgo de la investigación coordinada por Martín Becerra, profesor universitario y especialista en medios de comunicación e industrias culturales, es la distinción que hacen casi todos los usuarios de TikTok del llamado “lado malo”: los contenidos tóxicos y perjudiciales.
“El lado malo de TikTok es una forma a la que los propios usuarios de TikTok se refieren a ciertos contenidos de la plataforma que califican como tóxicos”, explicó Becerra.
El principal desafío con el que se encuentran hoy los jóvenes es no caer en ese lado oscuro o feo de la red social: “Hay toda una preocupación muy generalizada para salir del lado malo. Y se convierte un esfuerzo grande por parte de los usuarios: encontrar estrategias y tácticas para domesticar un algoritmo que se presenta opaco”, sostuvo Becerra.
Encontrar la salida de ese lado tóxico es visto como una obligación por la mayoría de los usuarios de TikTok. Mucho más que una opción, si se quiere mantener una relación buena o saludable dentro de la app. Dominar al algoritmo implica no solo entrenarlo a través de los “me gusta”, sino que los usuarios descubrieron que con pulsar darle un “no me interesa” a un video o seguir scrolleando al siguiente hará que dejen de aparecer los contenidos que no quieren ver.
Becerra destacó algunas de las tácticas que ponen en práctica los usuarios para evitar ver cosas que les hacen mal: “Muchos les piden a amigos que suban videos para poder comentarlos y así generar interacciones con contenidos de temáticas saludables para ellos. De esa manera, el algoritmo de TikTok aprende que no tiene que mostrar más de aquel viejo contenido tóxico que consideran parte del lado malo”.
Otra técnica que usa una gran cantidad de tiktokers, es la de crearse cuentas alternativas desde las cuales se permiten ver algunos contenidos “malos” o “tóxicos”. Así, su perfil principal no se ve afectado ni infectado y su algoritmo curado se mantiene en el lado bueno. Además, como la aplicación avisa cuando alguien visita el perfil de otra persona, esto sirve para otro comportamiento tóxico: stalkear, o vigilar, sin ser vistos, sin que la aplicación los delate.
Así afecta a la salud el uso de TikTok, según Amnistía Internacional
El trabajo de Amnistía Internacional manifiesta que la preocupación sobre los efectos de las redes sociodigitales en la salud mental y física, relativos al tipo de uso, al tiempo de exposición y a los contenidos priorizados por las plataformas como relevantes y personalizados, no se limita a los descritos por las autoridades sanitarias y especialistas en pedagogía y salud mental, sino que también comprenden a los propios usuarios.
El informe también reveló que la expresión de problemas de salud mental a través de las redes produce cierta liberación y aceptación de trastornos, patologías o síntomas, una “naturalización” de que el tema es más común y frecuente que en entornos de socialización presencial, y que no debe ser ignorado. Por ese motivo, los jóvenes encuentran en TikTok el ámbito ideal para el autodiagnóstico.
A través de tests online, posteos de profesionales y pseudoespecialistas en salud mental y física, así como de influencers, incorporan a su vida cotidiana prácticas, consejos y recomendaciones vistas en TikTok que ponen en riesgo la integridad física o el equilibrio mental, sin que la programación algorítmica de la plataforma detecte o emita alertas en estos casos.
Dietas y tips de belleza, junto con contenidos sobre el trastorno de la identidad disociativa (TID), aparecen como los más mencionados, los más vistos y a la vez los más problemáticos. Estos tiktoks, realizados por personas sin título profesional, sugieren, por ejemplo, conductas alimenticias dañinas para la salud.
Durante la pandemia, con el uso constante de redes durante el aislamiento, fueron apareciendo “especialistas” que hablaban de salud mental y trastornos alimenticios. Y muchos de los chicos que seguían esas cuentas y veían esos contenidos generados por nutricionistas y/o influencers, a partir de recomendaciones o tips, dejaron de consumir determinados alimentos, sin consultar con un profesional.
Los investigadores de Amnistía revelaron que a partir de su trabajo de campo encontraron que el autodiagnóstico gana lugar en TikTok porque los jóvenes pueden escuchar lo que quieren escuchar, ver lo que ellos piensan que necesitan ver. Creadores de contenido no matriculados reafirman sus creencias sobre sus propios cuerpos y organismos, al punto de desacreditar a profesionales (psicólogos, doctores, etc.) luego de asistir a consultas médicas tradicionales y presenciales: “Nunca dieron entidad a mis problemas, ni me dieron un diagnóstico. Mi única forma fue buscar información por mí mismo. Me puse a investigar libros de psicología, yo me puse a buscar información sobre cómo se diagnostica una persona”, reveló un joven de 17 a los investigadores de Amnistía.
“Por otro lado, el ideal de belleza, que es comentado como un contenido muy visto, pero a la vez problemático porque induce conductas alimenticias dañinas para la salud, es reforzado por la plataforma con filtros que refuerzan los mismos estereotipos problemáticos y su exposición se multiplica por los sistemas de recomendación activados por TikTok”, concluye el estudio.
Soluciones para enfrentar los riesgos de TikTok
El informe de Amnistía Internacional propone una serie de consejos y acciones para combatir los riesgos del uso de TikTok:
- Promover el uso restringido de TikTok en ámbitos escolares y la consecuente exposición de menores de edad.
- Activar la función de Emparejamiento Familiar que brinda a madres, padres y tutores la posibilidad de supervisar las cuentas de niñas y niños.
- Impulsar la concientización sobre la necesidad de que temas de salud sean tratados por profesionales.
- Dialogar sobre el cuidado de la privacidad.
- Denunciar cuentas y personas que difunden contenidos ilegales y perjudiciales para la salud.
(TN)