La recesión y la caída del consumo dejaron un panorama desolador para las panaderías en la Argentina. En el último año y medio, más de 14.000 locales bajaron la persiana en todo el país, de acuerdo con datos del Centro de Industriales Panaderos de la Provincia de Buenos Aires (CIPAN).
Según explicó Martín Pinto, presidente del Centro de Panaderos de Merlo y referente del sector, la contracción de la demanda obligó a las panaderías a trabajar al 50% de su capacidad. “Hoy solo seis de cada diez máquinas están encendidas y producimos la mitad de lo que hacíamos antes”, señaló.
El consumo de pan cayó un 50% en 18 meses, un indicador que Pinto considera alarmante porque este alimento suele marcar el pulso de la pobreza en muchos países. “La gente empezó a hacer su propio pan en casa para ahorrar y destinar esa plata a productos como leche o carne”, apuntó.
A la retracción de las ventas se suma el fuerte incremento de costos: la bolsa de 25 kilos de harina pasó de $3.500 a $15.000, la levadura de $700 a $2.500 y la grasa de $18.000 a $28.000. A ello se agregan los aumentos en los servicios públicos, lo que asfixia aún más la rentabilidad de los comercios.
El impacto se nota en las vidrieras: la tradicional variedad de panificados dio paso a una oferta limitada de básicos, mientras que la producción de facturas se derrumbó 85%. “Ya ni siquiera se venden las docenas del día anterior a mitad de precio. Hoy se produce por pedido, con dos o tres productos, y se apagan heladeras para evitar tirar mercadería”, describió Pinto.
El Indec confirmó la suba de precios: en julio, el kilo de pan tipo flauta costó en promedio $3.661, con un aumento del 104% en 18 meses, mientras que un paquete de pan de mesa de 390 gramos se ubicó en $2.977, un 87% más que a comienzos de 2024.
La crisis no afecta solo a las panaderías. Otros rubros vinculados al consumo masivo también atraviesan momentos críticos: en el último año cerraron 16.000 kioscos, llevando el total por debajo de los 100.000 en todo el país, un retroceso histórico. “El kiosco es la postal de cada barrio, pero la recesión y la competencia desleal de cadenas y supermercados nos están sacando del mercado”, advirtió Ernesto Acuña, vicepresidente de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA).
La situación también golpea a restaurantes, bares y hoteles, sectores que enfrentan la misma combinación de costos crecientes y demanda en caída. Todo un síntoma de la crisis económica que atraviesa la Argentina.

