Villa Raffo: 40 segundos de terror que muestran lo podrido del sistema
Una familia de Villa Raffo, en Tres de Febrero, vivió 40 segundos que valen por años de miedo. Cuatro delincuentes armados los rodearon, les robaron el auto y hasta hicieron que una nena bajara con las manos en alto y un globo en la mano. Esa imagen, que debería helarle la sangre a cualquiera, es el reflejo más brutal de lo que significa vivir en un país donde el trabajador honesto es rehén de lacras que no merecen vivir a costa del esfuerzo ajeno.
Como si no alcanzara con el auto, los delincuentes volvieron para llevarse más cosas. No les importó nada: ni los chicos, ni la angustia, ni el riesgo de arruinarle la vida a una familia. Lo hicieron porque saben que, si los atrapan, entran por una puerta y salen por la otra. Amparados por un sistema judicial blando y un Estado ausente, estas ratas sociales caminan libres mientras la gente honesta vive enrejada.
Lo de Villa Raffo no es un caso aislado. Días atrás, en Laferrere, otro grupo de ladrones intentó robarle el auto a un policía. Hubo un tiroteo y uno de los delincuentes cayó muerto. La noticia no sorprende: en el conurbano la violencia es el idioma de todos los días, y la vida se juega en segundos.
Lo triste es que cada vez son más las familias que se preguntan: ¿vale la pena trabajar, pagar impuestos, criar hijos, si después cualquiera con un arma te arrebata todo en un minuto? ¿Qué mensaje deja el Estado cuando la ley parece proteger más al delincuente que a la víctima?
Como sociedad, estamos hartos. Hartos de un sistema podrido y corrupto que deja a los trabajadores expuestos y a los criminales envalentonados. Alguna vez habrá que elegir: o la vida del que se rompe el lomo vale más que la del que lo destruye, o seguiremos acumulando muertos, víctimas y miedo.
Por Germán Grams

