El último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) trajo una señal positiva para la economía argentina: la soja volvió a ubicarse como el motor principal de la agroindustria. El poder de compra local alcanzó su nivel más alto en más de un año, con una mejora del 27% desde la reducción permanente de los derechos de exportación.
Este repunte no solo fortalece la rentabilidad del sector, sino que también genera una inyección clave de dólares en un contexto de necesidad de divisas.
Factores que impulsaron la suba
La BCR explicó que la demanda externa, con China como principal comprador, fue determinante. En los últimos días, la tonelada de soja llegó a cotizar a USD 300, impulsada por la fuerte competencia entre exportadores e industrias locales.

“El aluvión de compras chinas rompió con la estacionalidad de los últimos cuatro años y está traccionando al mercado interno”, detalló el organismo. Con este escenario, septiembre podría cerrar con 1,8 millones de toneladas exportadas, el mejor registro mensual de la historia.
En lo que va de la campaña, los embarques totalizan 7,1 millones de toneladas, el mayor volumen en nueve años y más del doble del promedio reciente.
Exportaciones industriales y el desafío pendiente
Hasta el momento, la industrialización de la soja (aceite y harina) avanza en niveles cercanos al promedio histórico, con 20 millones de toneladas transformadas. Sin embargo, las importaciones de poroto cayeron un 16% respecto al año pasado, lo que obliga a acelerar la producción local.
El desafío es considerable: la cadena aún necesita originar 11,5 millones de toneladas adicionales para cumplir con las proyecciones de la campaña, un volumen que no se registraba desde hace casi una década.
El trigo cumple con el programa exportador
La BCR también destacó la performance del trigo. Con una alta competitividad internacional, Argentina logró ponerse al día con los embarques, alcanzando las 10,4 millones de toneladas despachadas en la campaña.
Además, el sector ya tiene adquiridas 12,5 millones de toneladas, lo que asegura el cumplimiento de compromisos, mientras que los precios se mantienen competitivos frente a los principales orígenes europeos y del Mar Negro.

El maíz, en cambio, sigue con dificultades
El panorama es menos favorable para el maíz. El ritmo de compras externas es el más bajo en diez años y las exportaciones, hasta septiembre, suman 21 millones de toneladas, un 11% menos que en 2024.
Para llegar a la meta de 33,5 millones de toneladas exportadas, todavía deben originarse casi 9 millones adicionales, un desafío inédito a esta altura del año.

En cuanto a precios, los contratos a futuro rondan entre USD 177 y USD 200 por tonelada, mientras que en Chicago se mantienen cerca de USD 167, con cierta volatilidad tras los últimos reportes del USDA.
Un alivio parcial para la economía
El buen momento de la soja abre una ventana de respiro en materia de divisas y vuelve a poner a la agroindustria en el centro de la escena. Sin embargo, los desafíos en maíz y la necesidad de mayor originación de producción local marcan que el camino todavía no está despejado.

