En los últimos años, El Salvador ha experimentado una transformación radical en su seguridad, convirtiéndose en un referente en la lucha contra la criminalidad en América Latina. Cuando Nayib Bukele asumió la presidencia en 2019, la nación se encontraba en una de las situaciones más críticas en términos de seguridad, con más de 2.390 homicidios registrados ese año. Sin embargo, hoy, en 2024, la cifra de asesinatos se redujo a tan solo 114, destacando a El Salvador como el país más seguro de la región.
Una drástica reducción de homicidios
En 2023, El Salvador reportó tan solo 154 homicidios, un descenso notable respecto a los más de 2.300 asesinatos de 2019. Estos avances en seguridad, avalados por datos oficiales de la ONU, se deben en gran medida al régimen de excepción implementado por Bukele, dirigido principalmente contra las pandillas que históricamente habían controlado amplias zonas del país. El presidente no solo destacó esta cifra, sino que en enero de 2024 reveló que El Salvador había cerrado el año con una tasa de homicidios de 1,9 por cada 100.000 habitantes, posicionándose como el país más seguro del hemisferio occidental.
El impacto del Plan de Control Territorial y el régimen de excepción
La clave de este éxito radica en el “Plan de Control Territorial”, lanzado en 2019, y la implementación de un régimen de excepción desde marzo de 2022. Esta estrategia, que ha incluido la detención masiva de pandilleros y la suspensión de ciertos derechos constitucionales, ha sido respaldada por una gran parte de la población, aunque también ha suscitado críticas desde sectores internacionales de derechos humanos. Pese a las controversias, los resultados son evidentes: las tasas de criminalidad han caído drásticamente, y el gobierno ha logrado recuperar el control en áreas clave del país.

Además, en diciembre de 2024, El Salvador alcanzó un hito histórico: un mes sin homicidios, lo que Bukele destacó como un resultado inédito que, de mantenerse durante todo el año, podría llevar al país a competir por el título de “más seguro del mundo”. Este resultado se consolidó gracias al enfoque militar y policial, sumado al fortalecimiento de la justicia, que ha resuelto el 98,2% de los homicidios registrados en 2024.
Un cambio que impacta a la política interna
La eficacia de las políticas de seguridad ha consolidado el liderazgo de Bukele, quien en 2023 logró la reelección, convirtiéndose en el primer presidente de El Salvador en obtener un segundo mandato consecutivo. Este logro, respaldado por una decisión de la Corte Constitucional, rompió con una tradición política establecida tras el fin de la guerra civil, subrayando la popularidad de su gestión.
El Salvador, un modelo de cooperación internacional
En el ámbito internacional, Bukele ha consolidado una relación cercana con Estados Unidos, especialmente en el combate contra el crimen organizado. En 2024, el gobierno salvadoreño recibió a más de 250 miembros de organizaciones criminales, como el Tren de Aragua y la Mara Salvatrucha (MS-13), enviados por Washington para ser encarcelados en el Centro de Reclusión para Terroristas (CECOT), una de las prisiones más modernas y seguras de la región, construida bajo la administración de Bukele.

El CECOT, con capacidad para albergar a 40.000 reclusos, es un pilar central en la política de seguridad del gobierno, destinado a contener a los criminales más peligrosos del país. Con tecnología avanzada y una infraestructura de máxima seguridad, este centro ha sido fundamental en la lucha contra las pandillas, consolidando el esfuerzo por erradicar el crimen organizado.
El Salvador, un nuevo paradigma en la lucha contra el crimen
A través del “Método Bukele”, El Salvador ha logrado una transformación que parece haber desafiado todas las expectativas. En menos de cinco años, el país ha pasado de ser uno de los más violentos del mundo a convertirse en un ejemplo de eficacia en la lucha contra el crimen. Si bien las críticas a las políticas implementadas no han cesado, los resultados en términos de seguridad han sido incuestionables. A medida que otros países observan de cerca este modelo, El Salvador sigue demostrando que un enfoque audaz y decidido puede marcar la diferencia en la construcción de una nación más segura.