Murió Miguel Uribe Turbay: Colombia de luto y nuevas dudas sobre la seguridad política

El dirigente, de 38 años, murió en la Fundación Santa Fe de Bogotá debido a complicaciones neurológicas derivadas de los disparos que recibió durante un acto político. Uno de ellos, en la cabeza, le provocó severos daños que, pese a múltiples cirugías y un breve periodo de mejoría, terminaron por costarle la vida.

Su esposa, María Claudia Tarazona, lo despidió con un mensaje cargado de amor y promesas:

“Siempre serás el amor de mi vida… cuidaré de nuestros hijos hasta cumplir mi promesa y luego volveremos a encontrarnos”.

El ataque ocurrió en el barrio Modelia, en pleno acto de campaña, cuando un adolescente de 15 años se mezcló entre la gente y disparó a corta distancia. El joven fue detenido en el lugar y confesó que lo hizo “por plata” y “por su familia”.

La Fiscalía detuvo también a otros cinco sospechosos, incluido Elder José Arteaga Hernández, alias “el Costeño”, acusado de coordinar el crimen.

El asesinato generó un repudio generalizado y masivas marchas pacíficas. Dirigentes como la senadora María Fernanda Cabal y el expresidente Álvaro Uribe lamentaron la pérdida, describiendo a Uribe Turbay como un hombre íntegro y comprometido.

Sin embargo, más allá del dolor, el atentado vuelve a encender preguntas sobre la capacidad del Estado para proteger a sus líderes políticos, y en algunos sectores ya circula de manera potencial la desconfianza hacia el poder de turno, ante la sospecha de que no se hayan tomado las medidas de seguridad necesarias en un contexto político cada vez más tenso.

Nacido en una familia con una profunda trayectoria política —nieto del expresidente Julio César Turbay y del dirigente Rodrigo Uribe Echavarría—, Miguel perdió a su madre, la periodista Diana Turbay, a los 5 años, en un fallido operativo contra el narcotráfico.

Fue concejal de Bogotá, secretario de Gobierno y en 2022 se convirtió en el senador más votado del país por el Centro Democrático. Hoy deja a su esposa y a su hijo Alejandro, y un vacío difícil de llenar en la política colombiana.

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