Nuestro vecino matheuense y colaborador Abel Fernández nos trae otro relato de la historia ferroviaria de nuestro país.
Hijo de Ebenazar y Ana Coombs, nació en Merrimac, Massachusetts, el 18 de marzo de 1798. Su padre, empresario naviero, lo autorizó a embarcar, y a los cuatro años de servicio como grumete ya era capitán. Tenía 19 años de edad, y en 1823, ya siendo capitán del buque Eising Empire, en demanda de Buenos Aires naufragó en el Río de la Plata. Solo un marinero perdió la vida en el naufragio.
En Buenos Aires, pobre y sin posibilidades, un acaudalado se apiadó de él y lo embarcó como sobrecargo a Valparaíso, donde arribó al cabo de 5 meses. Una vez en Chile compró un barco para transporte entre Valparaíso y Callao. Con la buena marcha del negocio, amplió el recorrido hasta Ecuador.
Ahí fundó una gran empresa comercial y hasta fue nombrado Cónsul de EEUU en Ecuador. Luego de seis años regresó a su pueblo natal y se casó con Marta Batlet, hija de su primer capitán, el 10 de febrero de 1829.
La empresa había quedado a cargo de su socio, que la desatendió, y al llegar de regreso la encontró prácticamente destruida. No desesperó, sino que la restableció y viajó a Londres para fundar otra empresa naviera, ahora hasta Panamá, con dos barcos. Se vio en dificultades para adquirir el carbón y los repuestos, pero todo lo superó.
Estando en Chile, fundó el primer FC chileno, entre Caldera y Copiapó, y que más tarde amplió agregando 30 millas. En 1860 llegó a la Argentina, y se dice que se apropió de lo tramitado por Campbell con Urquiza para crear un ferrocarril entre Rosario y Córdoba. Lo cierto es que fundó el FCCA.
Los trabajos se iniciaron en abril de 1863, y el 17 de mayo de 1872 fue inaugurado por Sarmiento en Córdoba. El contrato tenía algunas cláusulas leoninas, tales como la concesión de proyectar el ferrocarril a la cordillera, proyecto que luego desestimó la cesión de una legua de campo al costado de las vías y, de producirse, algún litigio debía ventilarse en los tribunales ingleses.
Finalmente, William falleció en Londres en septiembre de 1873.
Una estación en el ramal Pergamino a Venado Tuerto lleva su nombre. Además, una estatua frente a la estación de Quilmes; y en Chile una plaza, un paseo y una calle lo recuerdan.
Abel Fernández