Lo que comenzó como una manifestación pacífica en reclamo de mejores haberes jubilatorios derivó en una jornada de caos y violencia en la ciudad de Buenos Aires. La presencia de barrabravas y punteros políticos desvirtuó la protesta, que terminó con destrozos en la vía pública, enfrentamientos con la policía y ataques a la Casa Rosada.
Piedras del memorial contra la Casa Rosada
Uno de los episodios más indignantes de la jornada ocurrió cuando manifestantes comenzaron a arrojar piedras contra la fachada de la Casa de Gobierno. Muchas de ellas provenían del memorial instalado en Plaza de Mayo en homenaje a las víctimas de la pandemia de COVID-19. Este acto fue repudiado en redes sociales y por distintos sectores políticos, que calificaron la acción como un atropello a la memoria de quienes perdieron la vida en aquellos años difíciles.

Incendio de un patrullero y destrozos en la ciudad
La violencia se extendió a varios puntos de la ciudad, especialmente en las inmediaciones del Congreso Nacional. Manifestantes rompieron veredas, incendiaron contenedores de basura y atacaron mobiliario urbano. El momento más crítico se vivió cuando un grupo de encapuchados volcó un patrullero de la Policía de la Ciudad y le prendió fuego, en un hecho de extrema gravedad.
Para dispersar a los violentos, las fuerzas de seguridad utilizaron gases lacrimógenos y balas de goma, lo que desató enfrentamientos directos entre manifestantes y policías. Hubo corridas y agresiones en distintos puntos del microcentro porteño, generando caos en la circulación y temor entre los transeúntes.

Jóvenes y grupos infiltrados
Llamó la atención la gran cantidad de jóvenes que protagonizaron los desmanes, muy alejados del perfil de los jubilados que encabezaban originalmente la protesta. Desde el Gobierno denunciaron la presencia de grupos infiltrados que solo buscaban generar disturbios y utilizar la movilización como una excusa para provocar el caos en la ciudad.
Violencia policial y represión excesiva
Si bien las fuerzas de seguridad actuaron para contener los disturbios, también se registraron episodios de represión excesiva. Circulan imágenes en redes sociales de un policía empujando con violencia a una jubilada con bastón, generando indignación y críticas hacia el accionar policial. Organismos de derechos humanos ya expresaron su preocupación y pidieron una investigación sobre el uso desmedido de la fuerza.
Violencia también en el Congreso
Mientras en las calles la situación se tornaba incontrolable, dentro del recinto de la Cámara de Diputados también se vivieron momentos de extrema tensión. Una discusión entre los legisladores Oscar Zago y Lisandro Almirón escaló rápidamente hasta convertirse en un enfrentamiento físico, con empujones y gritos en pleno debate. En la disputa también intervino el diputado Carlos Zapata, evidenciando el clima de crispación política que atraviesa el país.
La jornada terminó con varios detenidos y graves daños materiales en la ciudad. Lo que debía ser una protesta pacífica de jubilados terminó convirtiéndose en un nuevo episodio de violencia urbana. La pregunta que queda flotando tras los hechos es clara: si en el propio Congreso los representantes se enfrentan a las trompadas, ¿qué se puede esperar en las calles?