Chile vuelve a ser epicentro de una historia que mezcla drama, resistencia y esperanza. A quince años del histórico rescate de los 33 mineros de Copiapó, el país trasandino enfrenta un nuevo episodio de tensión en las profundidades de la tierra: cinco trabajadores quedaron atrapados en la mina El Teniente, la más grande del mundo en operación subterránea, tras un derrumbe provocado por un sismo.
💥 El derrumbe en El Teniente: cinco atrapados y un muerto
El pasado 31 de julio de 2025, un movimiento sísmico de 4,2 grados en la escala de Richter desató el colapso de galerías en el yacimiento ubicado en la región de O’Higgins, al sur de Santiago. El saldo inicial: un trabajador fallecido y cinco atrapados a casi 900 metros de profundidad.
La mina, operada por Codelco, la principal cuprífera estatal chilena, entró en emergencia. La empresa activó un protocolo de rescate complejo y de alta precisión. Hoy, más de 100 rescatistas trabajan contra reloj en un escenario adverso: rocas inestables, escombros que obstruyen accesos y un margen de error mínimo.
Hasta el momento, ya se recuperaron los cuerpos de dos operarios, mientras continúa la búsqueda del resto de los mineros, en condiciones extremadamente difíciles. Cada metro despejado implica entre tres y cinco horas de labor, y aún resta avanzar unos 70 metros para llegar a la última ubicación conocida de los trabajadores.
🕯️ El recuerdo intacto de los 33 de Copiapó
Este nuevo desastre revive inevitablemente el recuerdo de uno de los rescates más impactantes de la historia contemporánea: el de los 33 mineros de la mina San José, ocurrida en agosto de 2010.
Aquel derrumbe, ocurrido a unos 45 km de Copiapó, dejó a los trabajadores sepultados durante 69 días a más de 700 metros de profundidad. El mundo contuvo el aliento cuando, 17 días después, una perforación logró contacto con los mineros y se supo que todos seguían con vida.
Lo que siguió fue una gesta heroica. Con ayuda internacional, asesoramiento de la NASA, y tecnología especialmente adaptada, Chile llevó adelante una operación sin precedentes. El 13 de octubre de 2010, uno a uno, los mineros emergieron en una cápsula llamada Fénix, mientras más de mil millones de personas seguían la transmisión en vivo. No hubo víctimas fatales.
El contraste con la situación actual es inevitable. A pesar de los avances tecnológicos, la minería subterránea sigue enfrentando riesgos letales. La zona cordillerana chilena forma parte del llamado Cinturón de Fuego del Pacífico, una de las regiones más sísmicas del planeta.
⚖️ Investigación en curso y reclamos de seguridad
La Fiscalía Regional de O’Higgins abrió una causa por cuasidelito de homicidio, mientras se investiga si el derrumbe podría haberse evitado. Las miradas apuntan tanto a los protocolos de evacuación como a la estabilidad estructural de los túneles.
Desde el ámbito sindical y familiar, crecen los reclamos: denuncian que la producción no puede estar por encima de la vida, y exigen que el Estado y las empresas revisen a fondo las condiciones en las que se sigue extrayendo cobre, uno de los motores de la economía chilena.
🌎 Una historia que trasciende fronteras
Aunque separados por años y circunstancias, los dos episodios revelan una misma verdad: la minería sigue siendo un trabajo de riesgo extremo, que enfrenta a los hombres con las entrañas mismas del planeta.
Mientras el mundo observa expectante el destino de los trabajadores atrapados en El Teniente, en Escobar y en cada rincón del continente vuelve a resonar una frase inolvidable: “Estamos bien en el refugio, los 33”.
Hoy, la esperanza se vuelve a aferrar a la roca.
