La multinacional Whirlpool confirmó el cierre definitivo de su planta de producción de lavarropas en el Parque Industrial de Fátima, en Pilar, y despidió a 220 trabajadores. La decisión marca el final de un proyecto industrial que, en 2022, había sido presentado como uno de los más ambiciosos del sector de electrodomésticos en la región.
La planta había sido diseñada para fabricar 300.000 unidades anuales de lavarropas de carga frontal, con un objetivo central: exportar el 70% de lo producido. Sin embargo, ese plan nunca logró materializarse.
De la expectativa a la retirada
Voceros de la compañía explicaron que el cierre se basó en dos factores clave:
- Costos locales elevados, que dificultaron competir en mercados externos.
- Apertura total de las importaciones, que llevó a una caída abrupta de precios en el mercado interno. En octubre, los lavarropas se vendieron un 20% más baratos que un año atrás, según datos privados.
Frente a este escenario, la filial brasileña —que controla la operación regional— decidió abandonar la fabricación local y dedicarse exclusivamente a importar productos terminados.
“La planta fue pensada para un modelo de negocio ágil y altamente competitivo, pero no pudo sostenerse en un contexto de caída del consumo y una fuerte presión de la importación”, señalaron fuentes de Whirlpool.
Impacto laboral y negociación sindical
Los 220 empleados afectados incluyen personal de producción, ingeniería, calidad y otras áreas operativas. La compañía negocia con la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) un esquema de indemnizaciones que prevé pagos completos más un adicional.
No es la primera retirada de la marca en el país: en 2003 había cerrado su fábrica de heladeras en San Luis para pasar —como ahora— a un esquema puramente importador.
Una industria golpeada por costos y competencia externa
La situación de Whirlpool se inserta en un escenario más amplio que atraviesa todo el sector de línea blanca:
- Mabe, por ejemplo, reconoce que pasó de dominar el mercado uruguayo a exportar apenas el 2% de su producción.
- Autosal, fabricante de las marcas Koinoor y Columbia, debió despedir a 14 trabajadores y ya resignó la producción local de algunos modelos.
- En octubre, el mercado local de heladeras registró 80.000 unidades vendidas, pero ingresaron 130.000 equipos importados, más que toda la producción nacional de ese mes (40.000 unidades).
“El costo argentino es determinante: fabricar localmente puede salir entre 35% y 40% más caro que importar”, remarcaron desde el sector.
En paralelo, también se registran suspensiones y cierres en otras plantas del país. Electrolux suspendió a 400 operarios en Rosario, mientras que Mabe decidió cerrar su fábrica de Río Segundo, Córdoba, para concentrar sus operaciones en Luque.
Un cierre que deja preguntas abiertas
La retirada de Whirlpool vuelve a exponer un problema estructural que la industria argentina arrastra desde hace años: altos costos, pérdida de competitividad y ciclos recurrentes de apertura que desincentivan la inversión local.
Para los trabajadores despedidos, el golpe es inmediato. Para el sector, el desafío es mayor: cómo sostener industria nacional en un mercado cada vez más poblado por productos importados.

