Tres hombres y una mujer, todos de nacionalidad colombiana, fueron detenidos en un departamento con laboratorio donde fabricaban, comercializaban y distribuían la potente droga también conocida como “cocaína rosa”. También hubo allanamientos en un barrio privado de Escobar, donde detuvieron al “cocinero”.
Cuatro colombianos fueron detenidos acusados de integrar una banda narco que producía desde una “cocina” montada en un departamento del barrio porteño de Villa Crespo y exportaba a Europa oculta en un doble fondo en las contratapas de libros de cuentos, la potente droga de diseño conocida como “tusi” o “cocaína rosa”, informaron fuentes policiales.
Las detenciones de tres hombres y una mujer, todos de nacionalidad colombiana, estuvieron a cargo del Departamento de Lucha Contra el Crimen Organizado de la Policía de la Ciudad, tras allanamientos ordenados por el juez en lo Penal Económico 2, Pablo Yadarola, quien dirigió la investigación junto a la fiscal del mismo fuero Gabriela Ruiz Morales.
Durante los procedimientos fueron incautados gran cantidad de “tusi” molida, de color rosa y también violeta, en parte lista para su venta y otra cantidad, en versión granulada y de máxima pureza, sin ser estirada, y pastillas de MDMA, todo por un valor estimado de mercado de 30 millones de pesos.
Una potente droga de diseño
El “tusi” (o “tuci”) es la forma abreviada de llamar al “tucibi”, nombre que deviene por la pronunciación en inglés de la sigla 2C-B, y es la mal denominada “cocaína rosa” por su aspecto, ya que tiene otros compuestos y efectos.
Se trata de una potente droga de diseño que combina los efectos alucinógenos del LSD con los eufóricos del MDMA, y que se popularizó en el ambiente de las fiestas electrónicas y está ligada a consumidores de niveles socioeconómicos altos, tal como quedó plasmado en la causa por la muerte de la modelo brasileña Emmily Rodríguez (26), quien luego de consumir éste y otros estupefacientes, cayó el 30 de marzo último de un sexto piso desde el departamento del barrio porteño de Retiro del empresario Francisco Sáenz Valiente (52), procesado con tobillera pero sin prisión preventiva por el caso.
Una fuente de la Policía de la Ciudad reveló que el gramo de esta droga en Buenos Aires se vende “entre 30 y 50 dólares o 30, 35 o 50 mil pesos, de acuerdo a su calidad o al circuito de venta”.
También fueron incautados varios bidones que contenían ketamina, elementos de corte tales como maltoderina y cafeína anhidra, bidones de cinco litros de sustancias químicas varias, potes con colorantes y saborizantes, balanzas de precisión, medicamentos de todo tipo en cápsulas y pastillas picadas, recipientes varios, coladores y mezcladoras.
La mayoría de la droga, y los elementos para diluirla, fueron hallados en un departamento en un piso 17 en el barrio porteño de Villa Crespo, donde se hallaba la “cocina” o “laboratorio” de la organización, que fue desmantelada.
En el lugar, los oficiales encontraron gran cantidad de “tusi” ya preparado y listo para la venta en sus puntos de expendio, registrados en la pesquisa en las zonas de Barracas, Once y Chacarita, fiestas electrónicas y recitales, pero también para el envío internacional por medio de la impregnación en papel de libros.
El allanamiento
Los oficiales secuestraron, además 1.580 dólares, 1.186.000 pesos en efectivo, pesos colombianos, una maquina contadora de billetes, dos balanzas de precisión, 16 teléfonos celulares y varios chips, notebooks, tablets, un auto Fiat Cronos, varios cuadernos con anotaciones de interés para la causa, tarjetas bancarias de los detenidos y una visa estadounidense a nombre de uno de los imputados, documentación de retiro y envío de encomiendas y recibos de recepción de dinero desde el extranjero.
La mayoría de la droga, y los elementos para diluirla, fueron hallados en un departamento en un piso 17 en el barrio porteño de Villa Crespo, donde se hallaba la “cocina” o “laboratorio” de la organización, que fue desmantelada.
Aparte del allanamiento en el laboratorio del “tusi” en Villa Crespo donde se concretó la detención del “cocinero” de la droga de diseño, en otro de los procedimientos principales que se hizo en un domicilio en un barrio privado de Escobar.
Allí, se detuvo a una pareja sindicada como los jefes de la organización y se incautó valiosa documentación, además de un auto.
En tanto, en un domicilio en Paternal, se apresó al cuarto imputado, otro colombiano que, según la investigación, cumplía el rol de distribuidor de las drogas.
Otros cinco allanamientos se hicieron en un departamento de Recoleta, tres en Barracas, lugares de expendio al menudeo, y otro más en Villa Crespo.
Las tareas de investigación se iniciaron tiempo atrás cuando la Justicia encomendó a la División Investigaciones de Organizaciones Criminales de la Policía de la Ciudad comenzar a seguir el rastro del responsable de envíos de encomiendas a Europa con libros de cuento con tapa dura que contaban con una especie de doble fondo en la contratapa con la droga.
Los detectives estuvieron trabajando para la identificación de los miembros de la banda, realizando tareas de campo, escuchas telefónicas y pericias tecnológicas, además de entrecruzamientos de movimientos bancarios para lograr establecer los roles de cada uno de los integrantes de la organización, procedencia de la sustancias y forma de distribución, tanto a nivel local como internacional, pudiendo identificar un lugar debidamente adecuado para la fabricación de los estupefacientes.
Con toda la información recabada por los oficiales, el juzgado ordenó los ocho allanamientos en los que se apresó a los cuatro presuntos integrantes de la banda.
Los cuatro detenidos ya fueron indagados por el juez Yadarola y la fiscal Ruiz Morales, pero se negaron a declarar, según confirmaron fuentes judiciales.
Todos quedaron imputados por “comercialización y contrabando de estupefacientes”, delitos contemplados en la Ley de Drogas 23.737, y por “asociación ilícita” y se informó que el cabecilla de la banda registra como antecedente una causa caratulada como “contrabando internacional de estupefacientes”.
Un vocero judicial indicó que, por esos delitos, en caso de ser condenados en un futuro juicio oral, a los imputados podría caberle una condena de hasta 12 años de cárcel.
(Télam)