Paneles solares en casa: cuánto cuesta ponerlos, en cuánto se recupera la inversión

A medida que se reducen los subsidios a la electricidad, se hace más atractivo el uso de paneles solares en entornos urbanos, sobre todo gracias a su extensa vida útil y el tiempo relativamente corto para recuperar la inversión.


No se trata solo de precios o tarifas: también, de fondo, se juega la sustentabilidad. Y una opción siempre vigente: la de instalar paneles solares en nuestra casa para hacerle frente a las boletas y, también, al cambio climático. Pero la coyuntura empezó a pesar. “Cuando empezaron a bajar los subsidios, empezamos a pagar más de luz e inmediatamente empezaron a florecer interesados en el tema”, señala Ignacio Dapena, Director de Digital Power en Huawei. Ariel Mesch, ingeniero especialista en energías renovables, coincide: “el interés se disparó”. Es lógico: tener paneles solares caseros implica una inversión inicial, pero una reducción de lo que se paga con cada boleta de luz; y por la longevidad del sistema, la inversión se recupera con creces.

Primero hay que entender lo básico si estamos pensando en poner paneles solares en el techo de casa: entender cómo funcionan para comprender qué podrán hacer, y qué no. Los paneles solares, también conocidos como fotovoltaicos, convierten la luz solar en electricidad a través de un proceso llamado efecto fotovoltaico. Mesch explica: “Fotovoltaico significa que se genera una diferencia de potencial a partir de la luz. Los paneles generan corriente eléctrica a partir de la energía del sol, que luego se transforma mediante inversores en 220 o 380 volts, listos para alimentar un hogar o industria”.

Uno de los primeros puntos a tener en cuenta es el espacio disponible. Según explica Mesch, “una instalación típica para una casa requiere unos 20 metros cuadrados de paneles. Los paneles deben estar orientados lo más hacia el norte posible, libres de sombras (ya sean de edificios aledaños, como así de árboles o ramas que asomen al techo disponible) para maximizar su eficiencia. Un espacio como una terraza de 10×5 metros sería suficiente”. Pero señala un tema a tener en cuenta: “la inclinación de los paneles dependerá de la ubicación geográfica de los mismos: aproximadamente 35°/40° en el sur, 30° en la zona centro del país y 25° en el norte”. Cuanta más luz solar reciben, cuanto más tiempo pasan sin sombra, más energía solar son capaces de convertir en electricidad. Por eso importa la ubicación y la orientación. En nuestro país se ponen mirando al norte, donde está el ecuador; si estuviéramos en el hemisferio norte, se ubicarían mirando al sur. Obviamente, el mejor lugar para poner un panel solar, en ese sentido, es el ecuador; a medida que cambia la latitud, menos energía solar recibirán los paneles. Hace unos años la Secretaría de Energía publicó una tabla con las inclinaciones recomendadas para cada provincia argentina.

La capacidad de transformación de la luz en electricidad dependerá también del tipo de tecnología a utilizar: “si la motivación es generar ahorro, autoconsumo de energía y eventualmente venderle a la red la energía que sobra, recomiendo los sistemas conectados a la red, u on grid. Si lo que necesito es tener autonomía en caso de corte de luz, puedo optar por los off grid (desconectados de la red) o híbridos, que cumplen con ambas prestaciones. Si necesito llevar la energía a zonas rurales a donde la red eléctrica no llega, la solución viene del lado del off grid”, describe.

Costos y recuperación de la inversión

“La instalación es muy sencilla”, adelanta Dapena. “Vas a tener el panel solar -genera corriente continua-, el inversor solar, que la transforma en alterna, la estructura de los paneles, y los cables para la puesta en marcha. En cuatro o cinco horas lo instalaste”.

El precio de una instalación solar ha disminuido considerablemente en los últimos años, señalan los especialistas. Mesch aclara: “Un sistema fotovoltaico on grid (conectado a la red) domiciliario cuesta a partir de los 3500 dólares oficiales+IVA, aunque la instalación más común (vivienda de 150 a 250 m2 que calefacciona en invierno con gas) cuesta alrededor de 6000 a 8000 dólares oficiales + IVA. Estos son sistemas sin baterías y que no cumplen la función de generar respaldo en caso de corte de suministro. Si quisiéramos instalar un sistema con baterías para backup, a partir de 8000 dólares +I VA se puede instalar”, aclara. En ese mismo sentido, desde Huawei, que tiene una división especial dedicada a la energía solar, señalan: “la tarifa de una industria y de una residencial es distinta. En una solución solar para una casa, sin baterías, podés tener un recupero de inversión entre tres y cuatro años. Para una industria, o un comercio, estás hablando de inversiones más grandes en potencia, pero con un retorno que puede rondar entre los cuatro y cinco años”, agrega Ignacio Dapena, director de Digital Power Smart PV, de Huawei. Ambos enfatizan que la ley de generación distribuida en Argentina permite vender el excedente de energía generado a la red (a precio mayorista), lo que puede reducir aún más los costos.

Baterías, ¿sí o no?

Una pregunta frecuente es si conviene o no invertir en baterías para almacenar la energía excedente y utilizarla tras la puesta del sol. Mesch señala cuándo es recomendable: “las baterías son útiles en lugares con cortes frecuentes de energía o para casas que están desconectadas de la red eléctrica. Sin embargo, su costo es elevado, y para muchos usuarios no resulta rentable”. Además, menciona que las baterías pueden no ser la opción más “ecológica”, y su mantenimiento también es un punto a considerar.

Por su parte, el mantenimiento de los paneles solares es bastante sencillo. Según señala el especialista, “los paneles requieren una limpieza básica una o dos veces al año para eliminar el polvo y la suciedad que puedan reducir la captación de luz solar”. No obstante, “es importante realizar inspecciones periódicas para verificar que no haya daños en el sistema”.

En cuanto a reparaciones, Mesch menciona que los paneles están diseñados para resistir condiciones climáticas adversas, como el granizo. “Aunque los paneles son muy duraderos, es recomendable contar con un seguro que cubra eventos extremos, como un granizo fuerte, que podría dañar los paneles”. Los costos de mantenimiento pueden variar, pero suelen ser mínimos, ya que los sistemas están diseñados para ser autónomos y tienen una vida útil de más de 20 años.

Para Dapena, el país tiene una oportunidad enorme en esta tecnología. “Vemos como Brasil creció de forma abismal, Chile también y nosotros por un tema de tarifas, estamos bastante más atrasados, así que el potencial es muy grande”, concluye.

(Sebastián Davidovsky – La Nación)

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