Murió Diane Keaton, una de las grandes leyendas del cine estadounidense

Aunque aún no trascendieron las causas del deceso, sus seres queridos pidieron respeto y privacidad en este momento de duelo.

Con más de cinco décadas de trayectoria, Keaton se consolidó como una de las intérpretes más influyentes y queridas de Hollywood. Su papel como Kay Adams, la esposa de Michael Corleone en El Padrino (1972), marcó el inicio de una carrera que combinó talento, autenticidad y un estilo inconfundible.

Nacida en Los Ángeles el 5 de enero de 1946 bajo el nombre Diane Hall, fue la mayor de cuatro hermanos. Su padre era ingeniero civil y su madre, ama de casa con inquietudes artísticas, fue su gran inspiración.

Tras sus primeros pasos en el teatro escolar, Keaton se mudó a Nueva York para probar suerte en Broadway. Adoptó el apellido de soltera de su madre y, en 1968, debutó como suplente en la obra Hair, donde se destacó por negarse a participar en una escena grupal de desnudo.

Su primer gran salto llegó al año siguiente, cuando Woody Allen la eligió como coprotagonista en la comedia Play It Again, Sam (1969), una colaboración que marcó el comienzo de una duradera relación artística y personal.

En 1972, Francis Ford Coppola la convocó para interpretar a Kay Adams en El Padrino, un papel que la catapultó al reconocimiento mundial. Cinco años después, su consagración llegó con Annie Hall (1977), por la que obtuvo el Oscar a Mejor Actriz.
Con su humor, frescura y estilo original —caracterizado por trajes, corbatas y sombreros—, Keaton rompió estereotipos femeninos y se convirtió en un ícono cultural.

Su versatilidad la llevó a brillar tanto en comedias románticas como en dramas. Participó en Looking for Mr. Goodbar (1977), Reds (1981), Baby Boom (1987), El padre de la novia (1991 y 1995), El club de las primeras esposas (1996) y Something’s Gotta Give (2003), entre muchas otras.

Además, incursionó como directora, fotógrafa y escritora, publicando varios libros autobiográficos y defendiendo la preservación del patrimonio arquitectónico de California.

Keaton nunca se casó, aunque mantuvo vínculos sentimentales con figuras como Woody Allen, Al Pacino y Warren Beatty. En 1996 decidió convertirse en madre adoptiva de dos hijos, Dexter y Duke, a quienes siempre consideró “el mayor papel de su vida”.

Fuera del cine, fue una activa defensora del bienestar animal. En colaboración con el Helen Woodward Animal Center, impulsó campañas de adopción que ayudaron a más de 300 mil animales en un solo año.

En 2017, el American Film Institute le otorgó el Premio a la Trayectoria, reconocimiento que coronó una vida dedicada al arte. Aquella noche, en lugar de un discurso, Keaton eligió cantar “Seems Like Old Times”, la misma melodía que interpretó en Annie Hall, sellando así su despedida más recordada.

Hoy, Hollywood despide a una artista única, irreverente, sensible y eternamente auténtica, cuyo legado seguirá inspirando a generaciones.

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